Desde los albores del cine, los villanos han sido figuras esenciales para impulsar las tramas y despertar emociones intensas en el público. Personajes como el despiadado conde Orlok en Nosferatu de F.W. Murnau o la aterradora señora Danvers en Rebeca de Alfred Hitchcock marcaron el inicio de una larga tradición de antagonistas memorables. Sin embargo, con el paso del tiempo, el odio de los fans no ha quedado reservado solo para los villanos clásicos.
En el siglo XXI, figuras como Kilgrave (David Tennant) en Jessica Jones han elevado el arte de ser odiado a niveles insuperables, convirtiéndose en referentes del desprecio popular en la televisión y el cine. Lo más interesante es que no todos los personajes más odiados son necesariamente los “malos” de la historia. En muchas ocasiones, un comportamiento egoísta, decisiones cuestionables o simplemente una personalidad insoportable han sido suficientes para ganarse el rechazo del público.
Enfermera Ratched

Enfermera Ratched no necesita gritar ni blandir un arma para convertirse en una de las villanas más perturbadoras del cine. Su poder radica en la frialdad, el control pasivo-agresivo y la manipulación sutil, que utiliza para someter a los pacientes del hospital psiquiátrico que dirige en Atrapado sin salida de Milos Forman. Su rostro impasible y tono calmado la hacen aún más aterradora, especialmente cuando recurre a castigos brutales disfrazados de cuidados médicos, como lobotomías forzadas.
La interpretación de Louise Fletcher fue tan magistral que le valió el Oscar, y convirtió a Ratched en un ícono del antagonismo silencioso. Su crueldad se disfraza de disciplina y su falta de empatía es desgarradora. A ojos del espectador, representa la deshumanización institucionalizada y la perversión del poder médico, lo que la sitúa en lo más alto del odio colectivo.
Dolores Umbridge

Aunque Voldemort es el gran villano del universo de Harry Potter, pocos personajes provocaron tanto rechazo como Dolores Umbridge en Harry Potter y la Orden del Fénix. Con su apariencia maternal, voz suave y obsesión con el color rosa, oculta una personalidad autoritaria, sádica y profundamente hipócrita. Su forma de castigar a los alumnos, como obligar a Harry a escribir con su propia sangre, hizo que el público la considerara incluso peor que el mismísimo Señor Tenebroso.
La actuación de Imelda Staunton llevó a Umbridge a niveles de repulsión memorables. Es el rostro de la burocracia opresiva, del poder que se ejerce con una sonrisa cínica. Cuando asciende en el Ministerio de Magia, utiliza su posición para imponer leyes discriminatorias y sembrar el miedo, dejando claro que el mal también puede esconderse detrás de una taza de té y un moño perfectamente peinado.
Cómodo

Cómodo, el emperador usurpador de Gladiador de Ridley Scott, encarna la vileza nacida de la ambición, la inseguridad y el narcisismo. Su traición al general Máximo, su propio intento de asesinar a su padre y la ejecución de inocentes marcan un sendero de crueldad que despierta odio inmediato. No es solo un villano: es un cobarde que esconde su miedo tras el poder del trono romano.
Joaquin Phoenix construyó con maestría un personaje complejo y detestable. La caída de Cómodo, humillado en la arena por el mismo hombre al que intentó destruir, es una de las más satisfactorias del cine. Su mezquindad, disfrazada de nobleza, hace que cada gesto suyo sea repulsivo, convirtiéndolo en uno de los emperadores ficticios más odiados de la pantalla.
Briony Tallis

Briony Tallis no es una villana clásica, pero sus acciones marcan uno de los actos más devastadores del drama romántico Expiación, deseo y pecado. A los 13 años, su imaginación desbordada y su malinterpretación de los hechos la llevan a acusar falsamente a un hombre inocente. Su mentira no solo destruye una historia de amor, sino que cambia el destino de toda una familia.
Lo que hace al personaje de Saoirse Ronan tan odiada es la magnitud de sus consecuencias, aun cuando su motivación inicial fuera ingenua. El resto de su vida lo dedica a buscar redención, pero ni el espectador ni ella misma pueden perdonarla. Es el ejemplo perfecto de cómo una decisión errónea, tomada desde la ignorancia, puede causar un daño irreparable.
Joffrey Baratheon

Desde su primera aparición, Joffrey Baratheon se ganó el desprecio de los fans de Game of Thrones. Caprichoso, cruel y sin escrúpulos, es el arquetipo del tirano inmaduro con poder absoluto. Sus castigos a Sansa Stark, su sadismo con quienes lo rodean y su desprecio por la vida ajena lo convirtieron en un blanco constante del odio del público.
Interpretado por Jack Gleeson, Joffrey representó como ningún otro lo que ocurre cuando se le entrega autoridad a un niño mimado y corrupto. Su muerte fue una de las más celebradas en la historia de la televisión, no solo porque significaba el fin de su reinado de terror, sino porque hizo justicia al sufrimiento que causó durante años.
El Gobernador

En un mundo postapocalíptico como el de The Walking Dead, los verdaderos monstruos muchas veces no son los zombis, sino los humanos. El Gobernador, líder de la aparente utopía de Woodbury, es uno de los villanos más crueles y manipuladores de la serie. Tras su fachada de líder carismático, se esconde un hombre paranoico, violento y capaz de todo por mantener el control.
David Morrissey logró que los espectadores sintieran tanto fascinación como repulsión. Sus decisiones, como encerrar zombis como trofeos o asesinar sin pestañear, revelan una mente perturbada por el poder. Es un recordatorio constante de que, incluso en el apocalipsis, el enemigo puede tener rostro humano y un discurso convincente.
Homelander

Homelander, en The Boys, es el superhéroe más odiado de la televisión actual, y con razón. Aunque representa la imagen pública del defensor perfecto, en realidad es un sociópata narcisista que usa sus poderes para aterrorizar, manipular y matar. Su sonrisa perfecta y patriotismo exacerbado contrastan con sus actos brutales, que dejan claro que su mayor debilidad es su ego herido.
Antony Starr ofrece una interpretación inquietante, llena de matices, que hace que Homelander sea tan fascinante como abominable. A veces hilarante, otras aterrador, su presencia domina cada escena con una tensión constante. Es la prueba de que incluso los “héroes” pueden ser los peores monstruos cuando el poder se combina con la falta total de empatía.